De como siempre me olvido de la primera persona

Una vez pasado el momento
podría no comer en años.

Hay una tormenta de acechos
que nunca llega y estoy harta.

Ya no sé escribir nunca más.
¿O es que alguna vez lo supe?.

El milagro me comió los ojos
y las ondas ilusorias de la falta de razón.

No tengo justificaciones a mis desprolijidades
pero no me vengas con la música del embajador,

los oficios de alter-ego y los gritos de grandeza
me quedan chicos en las manos sin odios.

Callar es el secreto que siempre salva
y es claro que no querés perderte.