Gasté todo mi dinero
en comprar moneditas de metal, plateado
e intentar que entren en la ranura de tus labios.

Coloqué cincuenta y siete fichitas
en la mesa de luz, mientras cerrabas los ojos
y dejabas de creerme.

Ahora el jueguito está apagado
y vos dormis, en tanto yo
dibujo tímidas palabras en mi noche de ausencia.